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01ago2008

Los cárteles se renuevan

La nueva geografía del narco
Al presidente Vicente Fox le gusta presumirlo, sobre todo en estos días cuando se agudizó la violencia: en su gobierno, jura, se ha librado una exitosa batalla contra el narcotráfico, el mayor número de capos encarcelados en la historia. Mala suerte. Según informes de la DEA, estudios de académicos y hasta documentos de la PGR, los cárteles mexicanos se han renovado e incluso cobraron fuerza para enfrentar la guerra contra el gobierno
Uno es viejo campesino que empezó por sembrar mariguana en su parcela auxiliado con una yunta, y hoy es protector de lanchas rápidas y avionetas que, guiados por satélite, cruzan el sureste mexicano cargadas principalmente de cocaína.
Otro es médico cirujano, graduado de una universidad privada de Guadalajara donde administró su propia clínica. Uno más es famoso por regalar propinas de 500 dólares por cualquier servicio, y hay un par que tienen en su cuenta el homicidio de dos periodistas.
Son los nuevos capos mexicanos del narcotráfico, los que ascendieron al poder en el actual sexenio y quienes, de acuerdo con la agencia antidrogas de Estados Unidos, la DEA, mantienen a México como el principal proveedor de cocaína, metanfetaminas, heroína y mariguana para el mercado de ese país.
Un dato ilustra el tamaño de la tragedia: en 2001, al inicio del gobierno del presidente Vicente Fox, 72% de la cocaína consumida en Estados Unidos era provista por los cárteles mexicanos. El año pasado, la cifra subió a 92%. Las ganancias por el tráfico de drogas suman, cada año, unos 65 mil millones de dólares, según la DEA.
Los números contrastan con los reportes oficiales. Según la Procuraduría General de la República (PGR) en lo que va del sexenio se ha detenido a más de 46 mil personas implicadas en delitos contra la salud, entre ellas 15 considerados como líderes. "Hay más narcotraficantes que nunca en las cárceles mexicanas, en particular los jefes", presume Fox.
El optimismo presidencial, empero, acaba en la frontera. En su más reciente comparecencia ante la Cámara de Representantes Anthony Placido, responsable de inteligencia de la DEA, advirtió que los cárteles mexicanos continúan en operación e incluso en algunos casos, como los de Juárez y Sinaloa, se han fortalecido. Otros renovaron dirección ante la captura de sus líderes o fincaron alianzas que inauguraron tanto rutas como centros de operación.
El resultado es un nuevo territorio del narcotráfico que, paradójicamente, el ataque del gobierno le ha hecho más difícil de conquistar.
"Atrapar a los líderes ha hecho que se pulvericen los grupos y aparezcan cartelitos que cobran autonomía para operar por su cuenta", explica Sigrid Artz, socia fundadora de Democracia y Derechos Humanos. "Eso pasó en Colombia hace una década, y ya sabíamos que se iba hacia allá pero el Estado en ningún momento tomó acciones para prevenirlo".
Lo más grave, subraya la investigadora, es que el reacomodo de los cárteles ­y el relevo generacional en la dirigencia­ está acompañado de violencia extrema. "Todo mundo se pelea las plazas por los altísimos beneficios que representa", insiste.
No es teoría. En la disputa por controlar Nuevo Laredo y otras ciudades de la frontera chica, existe un dato que ha pasado desapercibido en la ola de ejecuciones de este año: según la DEA, el sur de Texas es actualmente el principal centro de acopio y distribución de drogas en Estados Unidos, e incluso el año pasado se decomisaron 25 toneladas de cocaína en la región, cantidad similar a las confiscadas en todo México durante el mismo lapso (según la DEA, 27.5 toneladas). Y la puerta de entrada fue, principalmente, Nuevo Laredo.
Añeja realidad para la Casa Blanca pero que apenas empieza a reconocerse en el gobierno mexicano. La semana pasada, por ejemplo, el subprocurador en Delincuencia Organizada, José Luis Santiago Vasconcelos, anunció el arranque de un programa binacional para combatir el tráfico de drogas especialmente en la frontera, ante la amenaza, dijo, de la llamada Federación del Narcotráfico integrada por los cárteles de Juárez, Sinaloa y otras organizaciones más pequeñas.
Lo curioso del asunto es que, en febrero pasado, cuando la DEA habló por primera vez del asunto, la PGR rechazó la existencia de tal consorcio de la droga. "Sólo hay dos cárteles operando en México, los demás están mermados", subrayó el subprocurador Vasconcelos.
Nada nuevo. En 2002, tras la captura de Benjamín Arellano Félix, líder del cártel de Tijuana, el funcionario pronosticó la desarticulación del grupo; repitió la sentencia al aprehenderse a Osiel Cárdenas Guillén, cabecilla del cártel del Golfo, y en 2004 advirtió que el cártel de Sinaloa perdía fuerza ante la captura del jefe de sicarios, Arturo Hernández González, El Chaky.
Hoy, estas tres organizaciones son responsables de la ola de ejecuciones y violencia en el país, porque la captura o muerte de sus líderes no afectó su capacidad de operación. De hecho, el lugar de los capos ha sido ocupado.

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